Ciclo "Manuel Mur Oti: Poética del melodrama"

La asociación Cineinfinito ha programado en el centro cultural Dr. Madrazo el ciclo “Manuel Mur Oti: Poética del melodrama”. Serán cuatro películas que tendrán lugar los días 18, 19, 22 y 27 de agosto, a las 19:00 h. La entrada será libre hasta completar el aforo.

La figura de Manuel Mur Oti (Vigo, Pontevedra, 1908 - Madrid, 2003) ocupa un lugar singular en la historia del cine español. Cineasta apasionado, intuitivo y formalmente audaz, supo convertir el melodrama —a menudo relegado por la crítica como género menor— en una poderosa herramienta expresiva. En sus manos, el exceso emocional se transforma en estilo, y la tragedia íntima se vuelve destino colectivo.

Este ciclo propone una mirada al universo de Mur Oti a través de cuatro de sus películas más representativas: “Cielo negro” (1951), “Condenados” (1953), “Orgullo” (1955) y “Fedra” (1956). Lejos de ser meros ejercicios de sentimentalismo, estos filmes revelan una concepción estética radical: el uso expresivo de la luz y la sombra, la fuerza simbólica de los paisajes, la puesta en escena de cuerpos al límite del sufrimiento y el deseo.

Mur Oti articula una “poética del melodrama” que bebe del romanticismo trágico, del expresionismo visual y de una España profundamente marcada por la represión moral y social. Sus personajes —mujeres apasionadas, hombres consumidos por la culpa, amantes enfrentados al deber o a la fatalidad— no viven, arden. En sus películas, la emoción no se representa: se experimenta.

La selección incluye tanto adaptaciones literarias —como la reinterpretación libre de la tragedia griega en Fedra— como relatos originales, siempre filtrados por una sensibilidad extrema, casi febril. Cada plano es una declaración de intenciones, una apuesta por un cine total, visceral y comprometido con la intensidad de lo humano.

“Manuel Mur Oti: Poética del melodrama” es una invitación a redescubrir a un autor que fue, durante décadas, incomprendido o subestimado, pero cuya obra resiste el paso del tiempo por su radicalidad estética y su honestidad emocional. Un cine que no teme al exceso, porque sabe que allí, en el borde, se encuentra también la verdad.