Carlos San Vicente presenta sus "Objetos secundarios"

El pintor cántabro Carlos San Vicente muestra durante el mes de septiembre, en la Galería Este, la exposición pictórica que lleva por título Objetos secundarios.

Se trata de alrededor de una veintena de piezas donde el objeto principal es un elemento real , de deshecho, encontrado en la calle, introducido posteriormente y formando parte de la obra final, convirtiéndose así en el verdadero protagonista del cuadro.

Carlos San Vicente es pintor, artista multidisciplinar. Natural de Santander, pasó varios años en Barcelona y Madrid, ciudad donde actualmente reside. En la Ciudad Condal trabajó como restaurador de vidrieras, realizando la restauración de la iglesia Santa María del Mar. Allí contactó con los pintores Anthony Tápies y Ráfols Casamada, con quienes conectó especialmente, al igual que con Ramón Calderón, en Santander, y Agustín de Celis, ya en Madrid. 

En la obra de San Vicente existen dos vertientes. Por una parte están los retratos, su faceta más conocida, concretamente la de sus retratos de personajes famosos, que incluyen la firma y unas palabras del representado, donde estudia la dualidad Mito-Persona. Y por otra una pintura aparentemente muy dispar que abarca otro tipo de creaciones, y entre las que se encuentra esta muestra que Carlos presenta ahora.

San Vicente ha ido pasando varias etapas. Su evolución  ha ido siempre paralela a la de retratista. En realidad San Vicente pinta sobre la Felicidad. “Para mi el color que la representa es el azul. Es el baremo que va desde el azul más claro, que llega al blanco, la Felicidad total, hasta el negro: la tristeza absoluta. “Cuando en mi pintura llegué a realizar obras en blanco y negro, alcanzando a reflejar en un momento, sin pretenderlo, la literal representación del ying-yang, entonces supe que estaba en el camino correcto… Y es en ese baremo, entre el Blanco y el Negro, donde habita el Azul… “

La muestra que Carlos San Vicente presentará el próximo día catorce sirve igualmente como particular homenaje al genial creador cántabro Ramón Calderón, con quien San Vicente tanto conectó y con quien siempre compartía esa visión de rescatar objetos aparentemente sin utilidad alguna.