Agenda AúnaArtes plásticas

Lau Rodríguez presenta en Siboney la muestra "Perentorio"

Fechas
Del viernes, 26/01/2024 al domingo, 03/03/2024

Horario: Martes a sábado de 18:00 a 21:00 h

Lugar: Galería Siboney

Organiza: Galería Siboney

Precio: Gratis.

Plantas y animales inocentes, lejos de los humanos, prolíficos, fértiles, mezclados en una convivencia estrecha de pétalos, plumas, algas, patas, hongos, picos, líquenes, ojos, corales, raíces, pelos, bayas, flores, lanas que dan forma a seres que nos sorprenden con la insolencia de sus colores, que componen un paraíso que se aproxima sigilosamente a lo siniestro, a lo que florece o estalla en lo cotidiano para romper el orden de lo conocido, de lo nombrado. Animismo celular, explosión incontrolada de vida que parece pasear al borde de la muerte.

Son bodegones atemporales, imposibles, en los que vemos flores, frutos y algas convocados a un tiempo y a un lugar imprecisos, de distintas estaciones y climas. Abundancia y fertilidad, todo germina, invade, se amalgama. Cada objeto o, a veces, cada parte es real, existe en la naturaleza, pero al convivir, al unirse en yuxtaposiciones caprichosas evoca un universo abigarrado, onírico, descoyuntado. Cualquier elemento se mezcla con otro, un árbol, una seta, un sapo, un ave, unos líquenes, para camuflarse o para dar paso a híbridos circunstanciales.

A pesar del desastre ecológico, el mundo va a seguir evolucionando, la vida es terca, el hombre es solo una estación de paso, los mecanismos que han creado la variedad biológica del mundo continúan activos. En este momento, está habiendo mutaciones, cambios, indiferentes a los desmanes del hombre: la madre tierra va a seguir viva, aunque el ser humano se obstine en desaparecer.

El macho alfa, el cráneo de un ciervo coronado de astas yace rodeado de flores y frutos exuberantes, entre flores fálicas y abiertos frutos femeninos. Un inquietante humo magenta deja una nota apocalíptica en el paraíso. Son imágenes de composición y luz centrales, ojos sin párpados, que se enfrentan al receptor sin concesiones.

Lau Rodríguez tiene un gran dominio de la escala, de la sintonía entre el tamaño de la pincelada y el de la obra, de la composición diminuta o de grandes dimensiones. Hay una intrincada y constante mezcla dominada por lo animal y lo vegetal. Frente a la idea del hombre como centro racional de la creación, con el poder del libre albedrío, aparece la fractura, la imperfección, la exuberancia de la debilidad, el sueño, el tejido de lo vivo, la continuidad de otras formas de vida injertadas, diluidas en el medio ambiente. Las flores pueden ser algas, los líquenes pelos, las patas raíces, la lana hierba, las plumas hojas. En cada escena revolotea como un vampiro lo siniestro, lo que hace sospechosa la realidad, los seres extraordinarios que rompen la unidad lógica del objeto nombrado, las yuxtaposiciones, los encuentros anómalos, las partes desgajadas

Hay una red de relaciones causales, lógicas, que nos protege, que da forma a nuestro hogar, que se rompe con la aparición de lo híbrido innombrable. Retorna lo primitivo reprimido, la eclosión de lo natural que ignora las categorías estrictas que le hemos impuesto, la abundancia incontrolada de nexos imprevistos. Frente a lo simbólico, a lo que une en un cuerpo, al mensaje único que ordena y uniformiza, aparece lo diabólico, lo que separa, disgrega, lo que sufre las metamorfosis de lo natural, el animismo que surge con prodigalidad como acumulación de frondosos seres fragmentarios.

La obra de Lau Rodríguez, desde un desencanto postapocalíptico, se inscribe en una figura compleja y atractiva que dibuja la posición de la mujer frente al mundo, que se nutre del posthumanismo entendido como un humanismo que ha abandonado la centralidad en torno al hombre para descentrarse y extenderse a todos los seres vivos, y que se apoya en la ecología, la postura humilde de pertenencia a la naturaleza.

GABRIEL RODRÍGUEZ
Noviembre 2023

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